Si me permiten, les voy a contar la historia de cómo Hitler llegó al poder en Alemania. Se preguntaran a qué viene esto aquí y ahora. Les ruego que pierdan un poco de su preciado tiempo leyendo. Atiendan y verán que en este caso todo tiene su lógica. Será algo largo, pero les aseguro que merecerá la pena.
Tras una dura infancia en el norte de Austria, el joven y aventurero Adolf Hitler decidió viajar a Viena a buscar fortuna como artista. Era 1905, y al muchacho se le daba bien pintar. Durante este periodo quedaba embriagado por las lecturas sobre pangermanismo y las ideas antisemitas que le transmitió su Profesor, el Señor Poetsch. Mientras tanto la guerra parecía inevitable. En 1913 fue llamado para cumplir con su servicio militar, pero el joven Hitler, temeroso de morir en el campo de batalla a las órdenes del gran número de Oficiales judíos, decidió huir a Munich. Allí pudo ver la dramática situación de su país, acrecentando exponencialmente el amor por su patria. Al año siguiente decidió alistarse como voluntario en el ejército alemán para luchar contra los Aliados en territorio francés y belga.Cómo habrán comprobado, no es totalmente cierto eso de que Hitler llegó al poder democráticamente. El juego sucio fue lo que le aupó al liderazgo de la Alemania de entreguerras. La clave fue el Pacto alcanzado entre él y el Presidente Hindenburg, quién creyó que la única forma de salvar a Alemania del caos era pactar con el dictador fascista, aunque esto supusiera convertir al Gobierno alemán en un nido de ratas. Las consecuencias fueron nefastas. Millones de muertos y una Segunda Guerra Mundial que destrozó Europa de norte a sur y de este a oeste.
La I Guerra Mundial terminó con la derrota de Alemania y las potencias del Eje. Hitler estuvo al borde de perder la vida en dos ocasiones. En la última, estuvo al borde de quedar ciego para siempre debido a los gases tóxicos empleados por los vencedores. La rendición alemana y la definitiva firma del armisticio en 1918 causó un enorme impacto en Hitler ya que tanto él como la mayoría de los alemanes se veían vencedores unas semanas antes. Hitler culpó a socialdemócratas y judíos de una rendición que, en su opinión, podría haberse evitado.
La firma del Tratado de Versalles en 1919 impuso unas descomunales sanciones económicas a Alemania en concepto de reparación por daños de guerra. La industria alemana había quedado devastada, y los ciudadanos alemanes atravesaban una situación crítica. El paro y el hambre se extendían por los barrios de ciudades que años atrás habían sido de las más prósperas del mundo. Hitler consiguió sobrevivir gracias al mísero sueldo que le pagaba el ejército alemán a cambio de una supuesta labor de espionaje. Pasaban los días y Hitler se había convertido una sombra más deambulando por los míseros bares y tabernas que poblaban la recién fundada República de Weimar alemana. Una República liderada por altos mandos del Ejército derrotado y de orientación política liberal entre los cuales destaca el Presidente Paul von Hindemburg.
En este tiempo hizo amistades en círculos de extrema derecha que se relacionaban en torno al pequeño Partido Obrero Alemán (DAP). Sus discursos en el seno de este partido asombraban a propios y extraños, llegando a alcanzar un alto nivel de popularidad entre la población de la ciudad, que cada noche acudía sin falta a sus discursos, cargados de radicalismo y populismo antisemita y anticomunista.
Un avispado empresario estadounidense que viajó a Munich para hacer negocio con la reconstrucción de la devastada Alemania, logró entablar una cercana relación con el emergente líder Adolf. Entre ambos decidieron crear la figura del Führer y del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP). Uno conseguía un inmenso poder, y el otro, a cambio, una inmensa fortuna. Con una inversión millonaria se pusieron manos a la obra. Fundaron el Partido y comenzaron una gira por toda Alemania para ir recaudando fondos y apoyos. Mientras tanto, la situación socioeconómica de Alemania iba empeorando. En 1923 Hitler organizó un golpe de Estado que terminó fracasando. Pasó en la cárcel ocho meses, aunque su sentencia se elevaba a cuatro años. En este tiempo escribió su famoso manifiesto político: el Mein Kampf (Mi Lucha).
Hitler fue liberado mientras la situación de su país, aunque parecía imposible, seguía empeorando. A él se unieron personalidades muy influyentes de la política y las finanzas alemanas, así como ciudadanos de clase media y baja que quedaban encantados con su carisma y su oratoria. Era 1932 y en estaban a punto de celebrarse Elecciones Parlamentarias. El Partido Nacionalsocialista concurrió a las mismas y, con una relativa sorpresa, consiguió la mayoría parlamentaria. Hitler parecía tenerlo todo a su favor, pero en marzo de ese año, Hindemburg ganó las Elecciones Presidenciales. En la República de Weimar de Alemania, el Presidente tenía la potestad de elegir a la persona encargada de formar Gobierno; y por supuesto, conocedor de los peligros de la ideología nazi, se negó en rotundo a llamar a Hitler para ello. Para vengarse, el Partido Nazi organizó una serie de oleadas de violencia y protestas que sumieron en el caos a toda Alemania.
El elegido por Hindenburg había sido el líder del segundo partido más votado, quien no pudo soportar la presión, viéndose obligado a dimitir. Semanas después el Presidente volvió a convocar nuevas elecciones, obteniendo nuevamente el Partido Nazi una amplia mayoría. Así y todo, Hindenburg se resistía a pactar con Hitler, y volvió a encargar la formación de Gobierno al segundo de abordo de la segunda fuerza política del Parlamento Alemán. Una nueva oleada de violencia, así como la sistemática ausencia de los miembros del Partido Nazi en el Parlamento, tuvieron como consecuencia la imposibilidad de celebrar la sesión de investidura del nuevo Canciller. Hindenburg se vio obligado nuevamente a convocar elecciones, que tuvieron como resultado una nueva victoria del Partido Nazi. Esta vez el viejo y experimentado Presidente alemán se rindió. Sus palabras fueron: "sólo hay una forma de acabar con todo esto: pactar con Hitler". Sus más cercanos colaboradores intentaron impedirlo por todos los medios. Pero la decisión estaba tomada. Todos sabían las desastrosas consecuencias que acarrearía, pero el 30 de enero de 1933 Hitler fue nombrado Canciller de Alemania, y formó un Gobierno en coalición con los nacional-católicos de Franz von Papen. Hitler, convocó nuevas Elecciones con el fin de asentar su poder. Unas semanas antes de la celebración de los comicios el Reichstag (Parlamento Alemán) quedó arrasado por incendio. Hitler y los suyos acusaron del mismo a Socialistas y Comunistas, aunque como era evidente, se trataba de una estratagema para obtener más apoyos. Así fue. Hitler arrasó en las elecciones. Meses después, ya en 1934, falleció el Presidente Hindenburg. Hitler se autoproclamó Presidente y fusionó este cargo con el de Canciller, naciendo el título que le acompañó hasta su muerte: el de Reichsführer. A partir de ahí todos sabemos lo que ocurrió.
La historia ha demostrado que los pactos con el más fuerte no son la solución, sino más bien la derrota de la esperanza. Y es que estarán conmigo en que merece la pena perder con dignidad y evitar que la intolerancia, el insulto, las malas formas, la injusticia, el fundamentalismo, la censura, el despotismo y el nepotismo se asienten en nuestras instituciones democráticas, a entregarse al poderoso y rendirse ante él acabando con ellas, y vendiendo además falsas esperanzas. Ya lo dijo Pasionaria: Vale más morir de pie que vivir siempre de rodillas.
Otra vez más, desde su destierro estepario,
Olof Joachim
1 comentario:
DICHO MEJICANO:
MEJOR QUE DIGAN AQUÍ CORRIÓ; QUE AQUÍ MURIÓ.
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